UNA CUESTIÓN DE
JUSTICIA
Sonaba el despertador todos los días a las siete de la
mañana para ambos. Cada uno se levantaba por un lado de la cama,
unos días era Julia la que se hacía la remolona, mientras que otros
días era Ramón al que se le pegaban las sábanas. Tenían las
mismas necesidades: se aseaban, dormían, reían, lloraban,
acariciaban a sus hijos, se revolcaban con su perro en el sofá del
salón, tomaban diariamente una tostada, él con mermelada de fresa,
y ella de arándanos, junto a unos cafés calentitos...
Todos los días del mes eran iguales, excepto uno. Aquel
en el que la diferencia la marcaba la nómina. Si las tareas eran las
mismas, ¿por qué el salario era distinto? Se preguntó ella.
Entonces, le surgió una nueva necesitad: tenía que
luchar por el derecho a la igualdad era una cuestión de justicia.
Cira Díez Álvarez