Juanito
a sus cinco años dominaba el arte de fabricar castillos de arena.
Pedrito
con un año menos le seguía de cerca, pero su control se basaba en
las formas estrelladas.
El
parque era su punto de encuentro y las seis de la tarde el momento en
el que se sentaban juntos a los columpios y sus manitas construían
unas veces juntas y otras por separado, todo aquello que la arena les
dejaba imaginar.
Aquella
tarde unos saltamontes se acercaron a curiosear dejando que sus
patitas se pasaran sobre algunas puntas de estrella y sobre algunas
almenas del castillo.
Solo
sus minúsculas huellas dejaron el rastro de su paso por allí,
después Juanito y Pedrito abrirían boca con ellos, para a
continuación dejar paso a los potitos de fruta con que todas las
tardes merendaban.
Cira Díez
Cira Díez
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